martes, 10 de julio de 2012

Momento de debilidad

Las ocho de la mañana y el pelo mojado y alborotado (porque ya no me peino). No queda otra que juntar los restos del fin de semana: la ropa sucia, los accesorios desparramados, sobras y tazas... todo disperso en la pieza. De los bolsillos de las camperas, monedas y entradas, quizás algún calco o panfleto...recuerdos. Agarro el cuaderno con el único objetivo de dejar constancia de los hechos. Boligoma de por medio, pego los papelitos en las ojas que me miran blancas. La página, una vez llena, me invita a ojear para atrás (u hojear). Dudo un segundo pero... sí. Paso una, paso dos, paso tres, paso todas. Hay tickets, hay fotos, hay frases y pegatinas, recitales... hay historias. ¡¡¡PERO QUÉ MIERDA, LA PUTA MADRE!!! La nostalgia, la angustia, todos esos sentimientos de agobio me saturan la garganta y la nariz. Quisiera meterme la mano en el pecho y oprimir al corazón para sacarlo de cuajo y tirarlo contra el dibujo de la pared. No hago nada. Cierro el cuaderno. Lo abrazo. Nadie me va a querer así. Aquello no va a volver a pasar. Lo otro fue bueno mientras duró... etc... vagos consuelo para leves penas...

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